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el periodico de saltillo
Edición No. 300, febrero 2014


¿Qué significa ser congruente?



Por Inma Capo.


La congruencia es esa sensación de coherencia, de veracidad, de certidumbre, de sinceridad, que nos proporciona nuestra fuerza interior, cuando todas nuestras partes internas están alineadas hacia un mismo objetivo, hacia un mismo fin, es decir, todos nuestros "yo" están de acuerdo, en colaborar y trabajar en equipo a nuestro favor, cosa que no siempre es fácil de conseguir, ya que todos estamos compuestos de múltiples partes, los yo o facetas de nuestro ser, que no siempre desean lo mismo. Es como ser el director de nuestra propia orquesta: no se trata de que todos los músicos toquen el mismo instrumento, sino que todos se pongan de acuerdo en la melodía a interpretar.

El resultado de la congruencia es el poder personal, el carisma, la energía, y es la base sobre la que se apoya el liderazgo. "Walk what you talk", es decir, haz lo que predicas, enseña con el ejemplo. Que tus actos sean el reflejo de tus palabras. Que tu vida hable de tí por sí sola. Y ello requiere de un gran trabajo personal, de un férreo autocontrol donde no se dan más permisos que aquellos que ayuden a configurar nuestra vida como una perfecta obra de arte.

La incongruencia es el dominio del ego, de las justificaciones, del auto sabotaje, del autoengaño. Siempre he creído que habría que hacer un test de congruencia personal, sobre todo a los profesionales que ostentan un título que les permite influir en los demás, sin haber comprobado previamente que, en efecto, esa persona ES lo que dice su título... pero una cosa es lo que han estudiado y otra muy distinta cómo viven, cuáles son sus creencias, sus valores, su misión.

Una alumna mía me pidió colaborar conmigo en el desarrollo de mis cursos. Tenía experiencia y quería participar aportando lo que ella sabía. Lo primero que le dije, igual que a otras muchas personas que me han ofrecido colaboración, fue que para trabajar conmigo tenía que dejar de fumar y de beber.
El diálogo fue así más o menos:

Ella: -¡mi vida privada no tiene nada que ver con mi vida profesional!.

Yo: -Me parece muy bien si lo que quieres es ser una instructora, pero ese no es mi estilo; yo quiero a mi lado sólo a maestros, es decir, personas que viven lo que predican.

Ella: -Yo tengo derecho a hacer lo que quiera después de mi trabajo.

Yo: - Por supuesto, si es que te lo tomas como un trabajo, pero no lo tienes si te lo tomas como una misión. Yo no me arriesgo a que un alumno mío te vea por la noche en un bar, fumando y bebiendo, por ejemplo, cuando por la tarde le hemos estado ayudando a dejar de fumar o eliminar cualquier otra adicción. La persona que colabore conmigo ha de estar libre de cualquier adicción o dependencia y tener resueltos sus problemas personales o al menos haberlos superado sin dejar ninguna huella. Para mostrar un camino hay que haberlo recorrido primero...

Ella: -Pues entonces lo tienes difícil...

Yo: -Lo sé y por eso trabajo sola. Muchos tenéis un trabajo. Pocos tenemos una misión. Ahí radica la diferencia.

Como diría Gustav Mahler, "No hay más que una educación, y es el ejemplo".

¿Qué impresión te causa un médico al que vas para que te ayude a adelgazar y ves que él pesa 100 kilos?. Una vez le pregunté a un experto amigo mío qué era lo primero que había que buscar en un profesor, a la hora de elegir un curso. Me respondió muy simplemente: "cada persona te enseñará lo que en el fondo es, independientemente de lo que sepa. Si vas a un curso con Richard Bandler, date cuenta cómo habla, cómo se comporta, cómo vive, qué hace, porque eso es lo que te va a enseñar. No hay más que verle a él y lo que hace.

Luego están los entrenadores; esos sólo te enseñarán lo que saben, lo que han aprendido, bien en cursos o en libros, y te hablarán de las técnicas y quizá las dominen a la perfección, pero tienes que escarbar detrás de esa apariencia, preguntarle, informarte y ver cómo actúa en realidad, cómo vive, qué ejemplos pone, si son propios o ajenos... y en fin, tu sensación de congruencia te dirá si estás delante de un instructor o de un maestro. Un entrenador enseña lo que sabe. Un maestro transmite lo que es. Por eso instructores hay muchos, pero maestros hay pocos, porque para ello hay que ser muy congruente.

Deja que tu inconsciente elija por ti.

 
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